PRIMER DE BATXILLERAT HISTÒRIA DEL MÓN CONTEMPORANI

EL SEGLE XVIII
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Un principe no debe mostrar nada más que el lado bueno [...]. Mi cortejo es muy poco numeroso pero bien escogido; mi carruaje es simple, pero en compensación tiene buena suspensión y yo estoy alli como en mi cama. Cuando llego a un lugar, llevo siempre un aire fatigado, y me muestro al puebio con un pobre vestido y la peluca despeinada. Estas son las cosas que producen una impresión singular. Doy audiencia a todo el mundo [...]. En todo lo que digo, doy la impresión de no pensar más que en la felicidad de mis súbditos; hago  preguntas a los nobles, a los burqueses y a los artesanos, y entro con ellos en  los más pequeños detalles. Hasta el momento, todo el mundo cree que sólo el  amor que tengo por mis súbditos me obliga a visitar mis estados tan frecuentemente como me es posible. Yo dejo a todo el mundo con esta idea, pero en verdad éste no es el verdadero motivo. El hecho es que yo estoy obligado a hacerlo y he aqui por qué: mi reinado es despótico, por consiguiente uno solo lleva la carga; si yo no recorriese mis estados, mis gobernadores se pondrian en mi lugar y, poco a poco, se despojarian de los privilegios de la obediencia, para no adoptar nada más que principios de independencia.

                                                                                                          FEDERICO II. Correspondencia.

El mateix dia van enterrar un nen petit captaire que van trobar mort al camí (...). els pobres no mengen gens de pa i no mengen altra cosa que herbes dels prats i alguns rosegons de pa de civada. Moren de defalliment pels camins o a casa seva després d'haver llanguit durant un temps. Les causes d'aquesta carestia no poden ser altres que els pecats dels homes, els seus luxes, els seus excessos i d'altres disbauxes dels temps de la prosperitat i de l'abundor que han irritat la còlera de Déu i han atret flagells com aquesta guerra universal de tots els prínceps d'Europa contra França que fa cinc o sis anys que dura i no sembla pas que s'hagi d'acabar aviat.
                                                    Arxius departamentals del Roine, registre parroquial de Joux (començaments del XVIII)

                Versalles, 19 de gener de 1709
                No hi ha memòria que hagi fet mai tant de fred i no es recorda pas un hivern semblant. Des de fa quinze dies se sent a parlar tots els matins de gent que ha estat trobada morta de fred, i es pot veure als camps les perdius gelades.

                Versalles, 2 de febrer de 1709.
El fred és tan horrible en aquest país que des de l’any 1606, tal com diuen no s’havia vist de semblant.  Només a París han mort 24.000 persones des del 5 de gener fins avui.
                                                                                              Princesa Palatine, correspondencia

1 Quines són les causes de la mortalitat que queden reflectides en els textos?.
2. A què eren atribuides per l'autor del text?.
3. Què es pot deduir de la seva mentalitat o manera de concebir el món?.
4. Digues les característiques demogràfiques que corresponen a l'època del text.
5. Què caldrà per superar aquesta situació?.

 

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                                           UN GRUP SOCIAL AMB ESPÈRIT CRíTIC: LA BURGESIA

                Entre las classes  privilegiades i les que ocupen els nivells més baixos de la jerarquia social, la burgesia del segle XVIII s'aferma com la plataforma en què gravitarà, próximament, el pes total de les manifestacions polítiques, econòmiques i culturals de la humanitat. En el decurs dels segles precedents, la burgesia nacional s'havia fet càrrec de la direcció del capitalisme comercial i financier, al mateix temps que s'infiltrava en l'agricultura i en l'administració de l'Estat. Aquesta gran burgesia arriba al XVIII ennoblida, formant part de les classes aristocràtiques del país. Però la massa burgesa, la que en conjunt es va apropiar del nom de tercer Estat, obre les portes del segle amb una empenta, una força i una ideologia noves.
                Entre aquesta burgesia no privilegiada, alta i baixa, negociants, industrials, homes de lleis, patricis urbans, es difonen les noves concepcions ideològiques racionalistes i crítiques que postulen la transformació política i social. Perquè la burgesia, d'espèrit emprenedor i innovadora, sabent que és un element vital de la societat, pretén trencar les prescripcions i els privilegis que li priven l'accés als càrrecs públics i a l'exèrcit i la col.loquen en posició desavantajosa respecte a les classes aristocràtiques. Per aquesta raó, les paraules llibertat i igualtat van ser adoptades per la burgesia com a armes sagrades per conquistar els reductes de l'Antic Règim, com un recurs biològic suprem.
                Però la burgesia només es va manifestar revolucionària en aquells països on formava la classe social poderosa o bé l'organització jeràrquica de la societat tendia a un estancament. Ni a l'est d'Europa ni a les penínsules mediterrànies, on el comerç i la indústria estaven poc desenvolupades, ni a Anglaterra, on la revolució de 1688 havia satisfet completament els seus objectius político-socials, trobem una disposició subversiva en els elements burgesos. En canvi, a mitjan segle XVIII, aquesta existeix de manera indubtable a Holanda, Bèlgica i, en particular, a França i al nord d'Itàlia.
                                                                                                                J.Vicens Vives. Història General Moderna, v. II

 

 

 

                                                                          (Mentalidad il.lustrada)

OPINIÓN                                                        SABATINAS INTEMPESTIVAS
                                                                        Ser un canalla exige esfuerzo
GREGORIO MORÁN     La Vanguardia - 20/01/2001

El título exacto hubiera debido de ser "Convertirse en un canalla lleva tiempo", pero no cabría; el tema creo que sí. En ocasiones me admira la simplicidad de la gente ante el criminal concienzudo o el asesino pervertido; en otras me indigna. El común, cuando no entiende algo porque excede su capacidad de comprensión o porque no quiere entenderlo, siempre echa mano de un recurso tópico; lo achaca a la locura. Según esta teoría, el problema de Hitler estaría en su patología psiquiátrica y no en sus ideas. Es decir, que podríamos llegar a la conclusión que sus ideas hubiera sido posible defenderlas democráticamente, lo cual a todas luces es de una candidez beatífica. Los germanos, quizá por eso de que habían de leer concienzudamente la Biblia, ya fueran enemigos de Lutero o partidarios, costumbre que por estos pagos fue infrecuente, tenían una expresión magnífica para definir al mediocre marisabidillo, le decían filisteo. La simpleza del filisteo ante la maldad humana, es decir ante el canalla, es pavorosa.

Antaño estaban convencidos de que el bien no sólo debía triunfar sobre el mal, sino que además era posible que algún día se terminara con la maldad; no porque todos alcanzáramos el estado angélico -hay más de un ángel canalla en la historia celestial-, sino porque el mal ya no sería necesario. Quizá somos la primera generación en la historia de la humanidad que se ha planteado genéricamente cómo convivir con la maldad sin morir en el intento. O más bien, cómo reducir la maldad a términos llevaderos sin volvernos nosotros locos o criminales. Me explico con algunos ejemplos.
(...)

Somos herederos de una cándida concepción ilustrada y burguesa, según la cual la cultura y la civilización nos hacen mejores. Y eso, que en ocasiones tiene visos de verdad, no lo es. Valga la perogrullada, pero la cultura y la civilización nos hacen más cultos y más civilizados, pero eso que según esa concepción ilustrada y burguesa parecía lo fundamental, no lo era ni siquiera para los ilustrados y menos aún para los burgueses. Por lo tanto, apliquémonos la receta, cuando alguien se propone hacer el canalla resulta mucho más mortífero, más eficaz, más coherente en su perversidad de criminal si además es culto y civilizado. Es una lección que la humanidad en general aprendió de los nazis, pero nosotros, a la sazón, teníamos unos profesores que no estaban en condiciones de enseñárnoslo.

Para matar, primero hay que demonizar al enemigo, condición básica para odiarle. Luego, considerarle un estorbo para la victoria y, por último, quitarle su naturaleza de persona, paso imprescindible para matarle. ¿Por qué creen ustedes que los religiosos, los profesores, los historiadores y los periodistas, propensos todos a constituirse en ideólogos, han facilitado mucho las grandes matanzas de la humanidad? Por diversas razones, pero hay una que resulta obvia. Un pistolero, para matar, le basta con un motivo. La persona con cultura tiene recursos para encontrar varios.

 

                                               
(Pensamiento ilustrado)

OPINIÓN   "Orribili bestioni"
XAVIER BRU DE SALA. La Vanguardia -  10/02/2001

Rousseau inventó el mito del Buen Salvaje para atacar con él las ilusiones que se hicieron los ilustrados sobre el advenimiento -que consideraban próximo- de un modo de vida basado en la virtud, el conocimiento y la infalibilidad de la razón. En 1755, un gran terremoto destruyó Lisboa casi por completo. Ante la terrible mortandad, Rousseau se limitó a exclamar que, de haber vivido una vida natural en el bosque, muchos miles hubieran salvado la piel. Según el mito del Buen Salvaje, la humanidad fue en sus comienzos una especie de nobles salvajes que vivían en un estado pacífico... y así hubieran seguido de no haber sido porque la civilización, construida en provecho de unos pocos egoístas, les corrompió y les volvió desdichados. Creía estar en lo cierto, y además, el terremoto de Lisboa venía a darle la razón.

Después de examinar el mito del Buen Salvaje, un extraordinario y poco conocido sabio napolitano, es decir, de provincias, Giambattista Vico -el autor de la teoría o profecía sobre los estadios o edades de la historia que Harold Bloom utiliza para delimitar las épocas de la literatura occidental-, ideó el mito contrario: el hombre moderno proviene de los "orribili bestioni", salvajes feroces que consiguen civilizarse gracias a su heroísmo -y siguiendo sin saberlo un propósito divino que conduce a la perfección a través de ciclos en espiral-. Según Vico, la concepción de Rousseau revela una total ignorancia respeto de la naturaleza humana y de la historia. El proceso histórico es doloroso pero ascendente, y además comprensible y provechoso en su conjunto. Lo mejor del caso es que ambos mitos, en todo contrapuestos, fueron imaginados en el siglo de las luces con idéntica finalidad: demoler a los ilustrados en el fundamento de su cuartel general, la confianza en la razón y su infalibilidad a la hora de llevar a la humanidad por el buen camino.

¿Cuál de los dos mitos es preferible? ¿Recolectores de frutas practicando el amor libre, con flores en el pelo como sustituto de toda ley? ¿Hordas de sanguinarios depredadores, guerreros inmisericordes y feroces violadores? Juzgue cada lector, no sin antes sopesar las implicaciones de la elección. Aunque casi ignorados, los "orribili bestioni" no son menos operativos en el imaginario del presente que el Buen Salvaje rousseauniano. Aun sin saber de Vico ni por referencias, los partidarios del progreso gradual, los religiosos, los iluminados, los gnósticos, los reaccionarios y, entre otros, los liberales, creen que provenimos de los "orribili bestioni", y que lo importante es alejarnos de ellos, nuestros verdaderos antepasados, a toda prisa, para así culminar cuanto antes la obra de la civilización. A ellos hay que añadir los románticos y los nacionalistas de toda suerte (¿cómo iban a perpetrar genocidio con los pieles rojas o a esclavizar a los negros, sin partir del convencimiento de que se trataba de supervivientes, en estado puro, de los "orribili bestioni"?). Con unos ejércitos de partidarios tan numerosos y dispares, parece que el mito de Rousseau tiene todas las de perder, pero no es así.

Las almas puras, los ecologistas, los multiculturalistas y los progresistas heterodoxos, cada día más abundantes, entre ellos los de Seattle, Praga y Puerto Alegre, vuelven a creer en el Buen Salvaje (o siguen creyendo en él, no alcanzo a dilucidarlo). La civilización es vista por ellos como un globo que no parará de hincharse hasta reventar, de lo cual se sigue que hubiera sido mejor dejar las cosas como estaban. Si volviéramos a la naturaleza, si abandonáramos el maléfico caparazón del sistema henchido y corruptor, nos encontra-ríamos con nuestra propia identidad humana y alcanzaríamos automáticamente la felicidad. ¿Por qué los progresistas habituales tienden a creer en el Buen Salvaje? Es asunto de difícil comprensión, aunque podría avanzarse, cómo hipótesis, que tal vez sea porque tienen enormes dificultades a la hora de renunciar a la exclusiva de la bondad, que se adjudican por principio.

Existen sin duda otras posiciones, pero podrían no ser más que variantes de las dos principales. Por ejemplo, los misántropos recalcitrantes, tipo Chamfort o Swift, proclaman con su obra que no somos otra cosa que "orribili bestioni" empeorados por la civilización. Una vez sumido en la disyun-tiva entre Vico y Rousseau, es difícil escapar al encanto hipnótico de sus mitos respectivos.

Incluso los racionalistas del presente, escaldados por las lamentables matanzas de los últimos dos siglos, alumbradas por el de las Luces y la reacción contra él, no consiguen escapar a la influencia de Vico, a pesar de que fue uno de sus mayores enemigos. Ni siquiera las mentes de formación científica suelen estar libres de esos mitos. Para los que creen en el Buen Salvaje, el neolítico sería el pecado original de la humanidad, ya que antes no había esclavitud ni explotación del hombre por el hombre (tampoco cultura elaborada). Los exaltadores de la revolución neolítica como gran paso decisivo de la civilización, en cambio, engrosan las filas de Vico.

Los estudiosos de los primates homínidos, por su parte, ofrecen munición contradictoria. Los chimpancés son agresivos, marrulleros, cuasi maquiavélicos y practican guerras de exterminio total del enemigo. En cambio, los bonobos -esta especie de primos hermanos de los chimpancés pacíficos de los que tal vez el lector no haya oído aún hablar pero que ya empiezan a estar de moda y pronto lo estarán bastante más- son mucho menos agresivos que ellos, más felices y tolerantes, además de practicar el sexo recreativo con ardor incomparable y sin contraindicaciones. ¿El buen bonobo o el horrible chimpancé? ¿Buen Salvaje? ¿"orribili bestioni"? ¿Volver hacia atrás o seguir adelante? No hay más que escoger, pero con sumo cuidado, la elección no es inocente.

 

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